La causa: la desigualdad

Recientemente han aparecido dos informes que no ayudan al optimismo. El más reciente, el de la prestigiosa organización Intermon Oxfam, titulado CRISIS, DESIGUALDAD Y POBREZA. El segundo está elaborado por "El Comité por la anulación de la deuda en el tercer mundo" (CADTM) y se titula  LAS CIFRAS DE LA DEUDA 2012. Se trata de dos informes que apuntan en la misma dirección y aportan cifras y realidades muy inquietantes. Se denuncia que la deuda de los países (pública y privada) supone un peso insoportable que limita, cuando no anula, el progreso y supone un factor determinante del aumento de la pobreza y desigualdad. Deuda privada y pública. Una gran mayoría de la población financia a una minoría. La explotación ya no está sólo -ni principalmente- en el sistema productivo, si no que se extiende e intensifica en el financiero. La deuda y sus intereses hace que los países pobres financien a los ricos y los pobres de los países ricos financien a los mismos ricos. Deuda, por otro lado, que en buena medida cabe dudar de su legitimidad. Así, se llega a niveles de desigualdad antes desconocidos, donde  (en el año 2011) el 1% de la población mundial poseía la misma riqueza que el 56% más pobre (informe de Intermón Oxfam, página 8). La transferencias de capital de los países pobres a los ricos entre los años 1985 y 2010 supone 5.3 veces el famoso Plan Marshall  (en capacidad adquisitiva constante CADTM, pág 10).
Desde los años 80, la asfixia que ha supuesto para un número importante de países la carga de la deuda ha provocado un incremento directo de la pobreza y la desigualdad y con ello un obstáculo insalvable para el crecimiento y progreso. Este fenómeno ahora lo estamos padeciendo en algunos países europeos, entre ellos en España (¡bien lo sabemos!). Los intereses de la deuda (38.5 mil millones €) supondrán cerca de 1/3  del presupuesto del Estado (134.4 mil millones -excluyendo CC.AA.-). Durante la época de crecimiento económico nuestro país se hizo más rico, sí, pero no más equitativo ni más social (ver entrada). La desigualdad, además de injusta, es un freno al progreso (echemos la vista a lo que ha sucedido estos últimos 30 años en los países empobrecidos), pero resulta un efecto directo del actual sistema económico. Ambos informes son claros sobre este asunto: hasta que las autoridades (en los que confiamos la gestión de nuestra soberanía) no pongan límite a la economía especulativa, a la opacidad fiscal de las grandes fortunas alojadas en paraísos fiscales, a la inequidad del sistema... la desigualdad seguirá creciendo y con ella la pobreza y la miseria. 
Recomiendo la lectura de los dos informes aunque con la advertencia de que su lectura puede provocar cambios en el estado de ánimo.



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